"Soy pájaro en mano. Tú ciento volando."

Cuestión de fuerza.

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Hoy me encontré con una frase por Internet que me gustó. Y alrededor de ella voy a centrar mi entrada de hoy. =)

"Amar es dar a alguien el poder suficiente para destruirte, y confiar en que no lo hará."

Opino que esa frase tiene toda la razón. Pero nosotros no controlamos esa fase de destrucción. Que al fin y al cabo, no es más que una perdida de control de la situación, y por lo tanto: Autodestrucción.

Cuando te "enamoras" de alguien, o te pillas, te sientes, (por lo menos yo) como Hércules cuando renuncia a su fuerza frente a Hades. No puedes levantarte si no te da la mano él, no puedes mirar si no te indica donde, y no puedes andar si no te lleva en sus hombros.
¿Hasta que punto estamos dispuestos a renunciar por alguien? ¿Hasta que punto nos jugamos? ¿Cuanto podemos llegar a perder en una relación? Nosotros no perdemos la fuerza durante 24 horas, perdemos el control hasta que esa persona decide devolvérnoslo. Tal vez, no nos lo devuelva nunca.
Yo soy una persona demasiado débil, y a veces, sin darme yo cuenta, me chocan la mano, y me roban la fuerza. Por mucho que me empeñe en hacerme la fuerte, me dejo ganar casi siempre. No sé defensa personal, ni física ni mental.
Tal vez por eso, se me cuelan por la cabeza sin avisar... Tenemos que intentar controlar a quien le damos el poder, a quién le cedemos nuestra fuerza, porque puede terminar con nosotros en un movimiento y dejarnos KO.
Pero cuando realmente queremos de verdad a alguien, (aunque no nos enamoremos), nos da igual que nos destruyan, porque, si queréis que os diga la verdad, en este momento me daría igual caer por un precipicio de 8.500 metros de altura, si el que me empujara fuera él.

Estoy con los pies pegados al borde, esperando que llegue y me roce un poco..con solo que me sople, puede acabar conmigo... Da igual, una vez más he perdido el control..¿cuando me lo devolverá?

I don't like.

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No me gustan las prisas, ni la improvisación. Odio que me pregunten el porqué de algo obvio. No soporto que me digan que es lo que debo hacer, y no puedo con los hipócritas ni con los falsos.
Que crean que no soy capaz de algo, me frustra, y que me llamen inútil, me da fuerzas para demostrar que no lo soy. Cuando me miran por encima del hombro me entran ganas de agacharme, para que vean mejor, y cuando me miran con cara de asco, suelo sonreír, por sí se les contagia. No me gusta que me digan el típico:"te lo dije", y cuando me equivoco, me doy cuenta sin necesidad de que nadie venga a decirme que lo he hecho.Odio que todos me den consejos que nunca seguirían, pero que "son lo mejor para mi".
No me gusta que no se valore algo que me ha costado muchísimo de lograr.Me pone histérica que el árbitro no pite un penalti claro y me desespera que mi equipo pierda en el último minuto de forma injusta.Me molesta pasar las hojas en el calendario y ver que aún no pone "summer"..

No me gusta que la gente vea el vaso medio vacío, cuando hay personas que no tienen ni vaso.Porque odio que me digan "tu sabrás".. cuando realmente, yo no se.Me pone nerviosa tener hipo y no me gustan nada los antibióticos en polvo que se disuelven en agua.
Me fastidia que se me acabe la batería del portátil cuando estoy terminando un trabajo importante, odio que después de estudiar muchísimo, el profesor me suelte un:"ni te lo has mirado".

No me gusta la velocidad, ni que cuando pongo todo mi empeño en algo, me salga mal.
Me desespera que me llame alguien, y cuando le devuelvo la llamada me salte el buzón de voz...no me gusta reconocer que a veces soy demasiado cabezota, y que no siempre tengo la razón.Odio que alguien use como argumento para mandarme algo el "soy mayor que tu.." o cuando pregunto, me respondan con un "porque si, y punto".

Me molesta que me culpen de algo que no he hecho, o que me den la razón como a los tontos.
No me gusta que me desempanen cuando miro a ninguna parte, o que mientras me desperezo me hagan cosquillas.

Al margen de todo esto, no me gusta que pase el tiempo y que tu no estes aquí, aunque sea para decirme que a ti tampoco..

¡Árbitro! Tiempo muerto.

Pompa de jabón.

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Anoche me sentí frágil, me sentí sola y me sentí como nunca antes me había sentido..como una pompa de jabón.
Me veía caer en picado en un mundo, que a día de hoy me sobrepasa, y pensé que nada es como a mi me gustaría que fuera.
El más mínimo roce con un objeto, por pequeño que hubiera sido, podría haberme hecho estallar.
Me habría bastado con el soplo de una cierta persona para elevarme, para coger las fuerzas necesarias para volver a intentarlo...pero no sopló. Ni siquiera respiró.
¿Nunca habéis sentido que el mundo es un puzzle donde vuestra pieza no encaja en ninguno de los huecos libres?
En esta sociedad en la que vivimos, parece ser que tienes que encajar en el hueco que se te asigna desde el principio, tienes que ser como todo el mundo ha esperado que seas, tienes que encajar sí o sí…no hay más.
Y yo soy una pieza diferente…aunque quisiera, no voy a poder encajar en el sitio que todo el mundo espera…y tengo miedo, miedo de la reacción de cierta gente, cuando descubran que no encajo, por muchas vueltas que le den, no va a poder ser.
Me gustaría ser una pieza más, a la que presionas un poquito y entra..pero he llegado a la conclusión de que debo crear mi propio puzzle, y solo así podré decidir donde poner las piezas, porque si pretendo encajar en un puzzle que ya está creado, solo podré ser como se ha establecido que sea.

Pero yo sola no puedo…necesito que alguien me sople para elevarme de nuevo, y que me presione con cuidado para encajar en alguna parte…

Tal vez seas tú..

Un muñeco en un rincón.

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Había sido lo más importante de su vida, y ahora, sin saber muy bien por qué, ya no le importaba.

Entonces, alguien le dio la siguiente explicación:

“Tienes que entenderlo, un día fuiste lo más importante de su vida. Por lo que vivía, por lo que moría. Al igual, que en algún momento de nuestras vidas tenemos un muñeco favorito. Jugamos con él todo el tiempo, e ignoramos todos los demás…incluso los despreciamos. Pero, si esperas un poco, cuando los años pasan, ya aceptas jugar con aquel muñeco que tan poco te gustaba, eso sí, sin dejar al otro de lado.

Poco a poco, no ves a tu muñeco favorito, como el mejor, sino como uno más, juegas con él por jugar, porque un día fue tu favorito. Pero, si esperas un poco más, tu muñeco favorito ya no recuerdas cual era. Miras todos tus muñecos y todos te parecen iguales, ninguno es mejor, ninguno es peor, ya no reconoces a tu favorito.

Entonces, sin saber muy bien porque, el que un día fue el mejor muñeco del mundo mundial, va a parar a la esquina más bonita de tu casa, se pasa allí un mes, dos…se llena de polvo. Un año, otro, y otro más, y se llena de telarañas. Hasta que finalmente, un día, miras en tu rinconcito, y aquel muñeco ya no está. No sabes donde ha ido a parar.

¿A la basura? ¿A un baúl que no abrirás jamás? Da igual, ya no tiene importancia, no lo necesitas, ni lo volverás a necesitar jamás.Pues al igual que el pobre muñeco de mi historia, tu chica te vio como el mejor, solo tenía ojos para ti, pero con el tiempo, la rutina fue haciendo que te apartara, que te dejara en un lado de su corazón, y, con el tiempo se ha llenado de olvido, de indiferencia, hasta no saber donde ha dejado sus sentimientos por ti.”

El chico bajó la cabeza, tal vez tenía razón, pero…¿Cuántos muñecos harían falta para que él la olvidara y la confundiera entre la multitud?

¿Un clavo saca otro clavo..

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…o por el contrario lo hunde más?
Depende del lado por el que lo mires. Si ese clavo hace que el agujero donde estaba clavado el anterior, se cierre, sí. Sí por el contrario, el nuevo clavo nos hace echar constantemente en falta el anterior…tenemos un problema.
Nosotros somos una madera, donde a lo largo de nuestra vida, vamos poniendo clavos, unos, más hondos, otros, que a lo largo del trayecto, se caen, los que nunca llegaron a dejar huella…
Todos esos clavos son las personas que vamos encontrando a lo largo de nuestra vida, las que nos marcan, las que no olvidamos nunca, y las que deseamos olvidar pero nos han dejado una hendidura tan enorme que es imposible.

A partir de ahora, iré con más cuidado a la hora de clavar clavos en mi madera, más que nada, por si un día la atraviesa.

Un pulso cabeza y corazón.

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Ya lo decía una canción de Pereza, y es que, continuamente, estamos expuestos a este tipo de pulsos, en los que la cabeza te dice blanco, y el corazón se empeña en decirte negro.
Tan fácil como elegir gris. Ambas partes estarían contentas. Pero normalmente, este tipo de pulsos no se procuran por motivos tan simples como elegir el punto medio.
¿Sabéis? El amor es, a mi modo de ver, el estado de ánimo más complejo por el cual puede pasar un ser humano.
Hay que tener en cuenta varios factores, la cabeza es más “sensata”, por así decirlo, pero el corazón es lo que de verdad deseamos, lo que nos gustaría conseguir cueste lo que cueste. ¿Y que cuesta? Esfuerzo, cansancio, constancia, trabajo.
Me he cansado de hacer pulsos cabeza y corazón, porque al final acaba en empate, ninguno de los dos, acaba venciendo al otro. ¿Será cosa mía?
Voy a dejar hacer al corazón, y que descansen un poco mis neuronas.

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